En este nuevo libro el autor retoma los personajes de Una madre, aunque no importa habérselo leído o no para seguir esta historia. Aquí aparecen los mismos protagonistas: Amalia, la madre despistada, original, única y entrañable con sus meteduras de pata; Silvia, la hermana mayor obsesionada con la limpieza; Emma la hermana mediana encerrada en su mundo de soledad y, por último, Fer, el narrador, que cuenta, cómo en una tarde de junio, vive el angustioso desenlace en el accidente de R., su perro, con una única inicial como nombre. A pesar de mi desafecto y carencia de empatía hacia los perros, Alejandro Palomas me ha vuelto a emocionar pintando con exactitud los sentimientos, las sensaciones y las verdades ocultas de las familias; “lo dicho” y el “no dicho” que dirían los expertos. Además posee el arte de dotar a su escrito la suficiente tensión narrativa, las dosis perfectas de emotividad rotas por momentos de divertidos que hacen que sus obras se lean del tirón, aunque luego haya que volver a ellas para analizar despacio sus reflexiones punzantes y complejas. Mejor que el autor nadie para describir lo que provoca esta lectura, estoy totalmente de acuerdo con él.
En este nuevo libro el autor retoma los personajes de Una madre, aunque no importa habérselo leído o no para seguir esta historia. Aquí aparecen los mismos protagonistas: Amalia, la madre despistada, original, única y entrañable con sus meteduras de pata; Silvia, la hermana mayor obsesionada con la limpieza; Emma la hermana mediana encerrada en su mundo de soledad y, por último, Fer, el narrador, que cuenta, cómo en una tarde de junio, vive el angustioso desenlace en el accidente de R., su perro, con una única inicial como nombre. A pesar de mi desafecto y carencia de empatía hacia los perros, Alejandro Palomas me ha vuelto a emocionar pintando con exactitud los sentimientos, las sensaciones y las verdades ocultas de las familias; “lo dicho” y el “no dicho” que dirían los expertos. Además posee el arte de dotar a su escrito la suficiente tensión narrativa, las dosis perfectas de emotividad rotas por momentos de divertidos que hacen que sus obras se lean del tirón, aunque luego haya que volver a ellas para analizar despacio sus reflexiones punzantes y complejas. Mejor que el autor nadie para describir lo que provoca esta lectura, estoy totalmente de acuerdo con él.